LA SEGUNDA MONTAÑA
A medida que empieza, el iniciado, a trabajar con la fabricación de los cuerpos de oro, aquellos de fuego van muriendo y van siendo reemplazados por los de oro. En la Segunda montaña es mucho más exigente el trabajo que en la Primera montaña. No se puede dar un paso sino en función de la muerte y nacimiento, o sea, los tres factores definitivamente. Quien no está muriendo en la Segunda montaña no puede seguir adelante, y no se puede quedar estático porque sube o baja, y como no está muriendo tiene que bajar. La muerte es básica y fundamental para poder ir escalando por la Segunda montaña.
En esta Segunda montaña no hay descanso para el iniciado, porque la Ley está encima. Cuando uno quiere sentarse a descansar la Ley le cae y le dice: “circule, circule”; o sea que no se puede quedar quieto. Ahí es donde empieza el drama de Jesús, el Cristo. El drama cósmico que cada iniciado debe vivir en los mundos internos, paso a paso, pero muy consciente, porque ahí no se puede dar un paso sin tener conciencia. Se vuelve aquel drama tan consciente que uno cree a ratos que es en carne viva que está. Porque no hay paso que haya dado el maestro Jesús que no tenga que dar uno: el dolor y la amargura; todo se siente como si fuera en carne viva. Por esto, el maestro Jesús dijo: “Yo soy el camino, yo soy la verdad”, porque nadie llega al Padre si no es por medio del Cristo, la cristificación total.
En la Segunda montaña es donde se da el lujo de encarnar al Cristo interno, individual, el de todos los poderes sobre el cosmos, sobre la naturaleza y sobre todo. Este niño es de una figura bellísima, que no se puede explicar verbalmente porque el verbo desfigura. También lo toma la Ley del siete. Él nace como un niño pequeñísimo, de brazos, y va creciendo de acuerdo con los tres factores que vaya, el iniciado, trabajando, y al amor, porque el alimento del Cristo es el amor, porque él es el amor. A medida que va ascendiendo, el iniciado, el niño va creciendo y se va manifestando con más poder y más sabiduría. Va despertando sus facultades terriblemente poderosas, donde ya tiene poder sobre el cosmos y sobre todas las creaciones. Cuando este niño se desarrolla, cuando se fabrica el cuerpo causal de oro, es cuando se recibe la auténtica iniciación venusta. Ahí es donde ya tiene que empezar a desintegrar el yo causa totalmente; que no quede ni la sombra de los defectos, para poder tener acceso a la Tercera montaña. Por eso es que el iniciado tiene que desintegrar el yo causa. Sin la desintegración del yo causa no podría jamás pisar las puertas del Absoluto, porque puede haber encarnado al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo dentro de sí, pero Padre, Hijo y Espíritu Santo ante el Absoluto son mecánicos, no puede penetrar porque el rayo de la creación está dividido en tres leyes, que no le permiten entrar al Absoluto. Por eso se dice que “Dios mismo tiene que morir”, porque al haber encarnado, el iniciado, las tres fuerzas superiores del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es un Dios, capaz de crear por medio del verbo; pero como ante el Absoluto es mecánico, tiene que pasar por una gran muerte mística para que esas leyes se fusionen en una sola ley.
Fin conferencia 11