LA TERCERA MONTAÑA
La Tercera montaña es la muerte mística de dos leyes, para fusionarse en una sola ley. Estas son las iniciaciones de luz. Este ya es un iniciado de luz, porque ha muerto el yo causa en su totalidad; el iniciado lo ha tenido que eliminar en un ciento por ciento. Entonces, se convierte en “El Hijo muy amado del padre”, un hijo de la luz. Aquel que llega a esta cristificación total se convierte en un hijo de la luz y del amor, porque es una fuerza universal y cósmica, consciente a todo instante y a todo momento, sin perder la individualidad. Estos son los hijos de la luz, aquellos que llegan a cristificarse totalmente, que no les queda mancha ni por dentro ni por fuera, ni la sombra siquiera del ego. Ahí es cuando puede regresar al seno del Padre, lleno de felicidad absoluta y con plena libertad, porque es una libertad auténtica. Se llega a la inmortalidad, donde puede conservar sus vehículos sin estar sujeto a leyes ni al tiempo. Por eso Jesús tiene su cuerpo físico, con todos los cuerpos existenciales del Ser, fuera del tiempo. No tiene nada que ver el tiempo con sus vehículos porque siempre estarán jóvenes y como él los quiera volver, porque tiene el poder de la ubicuidad. Por eso, el símbolo del gran sepulcro y el símbolo de la gran cruz, con su corona llena de piedras preciosas, vivas, que es la culminación total de la Tercera montaña. El símbolo del sepulcro es el símbolo de cuando mueren las dos fuerzas para nacer como unidad. Entonces, el símbolo del sepulcro, o el ataúd, es por la muerte que tiene que pasar el iniciado, para luego crucificarse como un Cristo y ponerse la gran corona, que simboliza la corona del “Rey de Reyes”. A las dos leyes se las absorbe una y queda unido a la gran ley, conectado al Absoluto directamente por la gran ley. Ese es el símbolo de los aztecas del águila tragándose a la serpiente, para llegar a la unidad y a la liberación total.
El Absoluto no se puede describir porque es de donde depende la creación, todo lo existente. Está fuera de leyes porque es la gran ley. De modo, pues, que todo sale y regresa al Absoluto: las mónadas salen inconscientes y, al realizar el trabajo que digo en esta obra, tienen que regresar con el ciento por ciento de conciencia al Absoluto; a formar parte de la gran conciencia y a gozar de la felicidad absoluta. Para tener derecho a quedarse en el Absoluto el iniciado tiene que haber dejado un discípulo en el camino ya trabajando, para poder darse el lujo de desaparecer. Mientras no deje un discípulo, un iniciado que haya escogido el Camino directo y esté haciendo su revolución de la conciencia con los tres factores, no puede entrar al Absoluto a quedarse definitivamente, sino que tiene que entrar y salir.
No doy más detalles porque el discípulo tiene que, por sí mismo, descubrir los triunfos, los pagos y todo lo que las jerarquías le van dando por sus grandes sacrificios.
REPRESENTACIÓN DE LAS TRES MONTAÑAS
Fin conferencia 12