ESTADOS Y EVENTOS
LA VIDA
En el terreno de la vida práctica descubrimos siempre contrastes que asombran. Gentes adineradas con magnífica residencia y muchas amistades, a veces sufren espantosamente. Humildes proletarios de pico y pala o personas de la clase media, suelen vivir a veces en completa felicidad. Muchos archimillonarios sufren de impotencia sexual y ricas matronas lloran amargamente la infidelidad del marido. Los ricos de la tierra parecen buitres entre jaulas de oro, por estos tiempos no pueden vivir sin guardaespaldas. Los hombres de estado arrastran cadenas, nunca están libres, andan por doquiera rodeados de gente armada hasta los dientes.
Estudiemos esta situación más detenidamente. Necesitamos saber qué es la vida. Cada cual es libre de opinar como quiera. Digan lo que digan, ciertamente nadie sabe nada, la vida resulta un problema que ninguno entiende. Cuando las gentes desean contarnos gratuitamente la historia de su vida, citan acontecimientos, nombres y apellidos, fechas, etc., y sienten satisfacción al hacer sus relatos. Esas pobres gentes ignoran que sus relatos están incompletos porque eventos, nombres y fechas, es tan solo el aspecto externo de la película, falta el aspecto interno. Es urgente conocer “estados de conciencia”: a cada evento le corresponde tal o cual estado anímico.
Los estados son interiores y los eventos son exteriores, los acontecimientos externos no son todo. Entiéndase por estados interiores, las buenas o malas disposiciones, las preocupaciones, la depresión, la superstición, el temor, la sospecha, la misericordia, la autoconsideración, la sobrestimación de sí mismo; estados de sentirse feliz, estados de gozo, etc. Incuestionablemente, los estados interiores pueden corresponderse exactamente con los acontecimientos exteriores o ser originados por estos, o no tener relación alguna con los mismos. En todo caso, estados y eventos son diferentes. No siempre los sucesos se corresponden exactamente con estados afines. El estado interior de un evento agradable podría no corresponderse con el mismo. El estado interior de un evento desagradable podría no corresponderse con el mismo.
Acontecimientos aguardados durante mucho tiempo, cuando vinieron sentimos que faltaba algo. Ciertamente faltaba el correspondiente estado interior que debía combinarse con el acontecimiento exterior. Muchas veces el acontecimiento que no se esperaba viene a ser el que mejores momentos nos ha proporcionado.
EL ESTADO INTERIOR
Combinar estados interiores con acontecimientos exteriores en forma correcta, es saber vivir inteligentemente. Cualquier evento, inteligentemente vivenciado, exige su correspondiente estado interior específico. Empero, desafortunadamente, las gentes, cuando revisan su vida, piensan que esta en sí misma está constituida exclusivamente por eventos exteriores.
¡Pobres gentes!, piensan que si tal o cual acontecimiento no les hubiese sucedido, su vida habría sido mejor… Suponen que la suerte les salió al encuentro y que perdieron la oportunidad de ser felices. Lamentan lo perdido, lloran lo que despreciaron, gimen recordando los viejos tropiezos y calamidades. No quieren darse cuenta, las gentes, que vegetar no es vivir, y que la capacidad para existir conscientemente depende exclusivamente de la calidad de los estados interiores del alma. No importa, ciertamente, cuán hermosos sean los acontecimientos externos de la vida; si no nos encontramos en tales momentos en el estado interior apropiado, los mejores eventos pueden parecernos monótonos, cansones o simplemente aburridores.
Alguien aguarda con ansiedad la fiesta de bodas. Es un acontecimiento. Mas, podría suceder que se estuviese tan preocupado en el momento preciso del evento, que realmente no gustase en ello ningún deleite y que todo aquello se tornase tan árido y frío como un protocolo…
La experiencia nos ha enseñado que no todas las personas que asisten a un banquete o a un baile, gozan de verdad. Nunca falta un aburrido en el mejor de los festejos y las piezas más deliciosas alegran a unos y hacen llorar a otros. Muy raras son las personas que saben combinar conscientemente el evento externo con el estado interno apropiado.
Es lamentable que las gentes no sepan vivir conscientemente: lloran cuando deben reír y ríen cuando deben llorar…
Control es diferente. El sabio puede estar alegre, mas nunca jamás lleno de loco frenesí; triste pero nunca desesperado y abatido; sereno en medio de la violencia; abstemio en la orgía; casto entre la lujuria, etc…
Las personas melancólicas y pesimistas piensan de la vida lo peor y francamente no desean vivir. Todos los días vemos gentes que no solamente son infelices, sino que, además —y lo que es peor— hacen también amarga la vida de los demás. Gentes así no cambiarían ni viviendo diariamente de fiesta en fiesta; la enfermedad psicológica la llevan en su interior. Tales personas poseen estados íntimos definitivamente perversos. Sin embargo, esos sujetos se autocalifican como justos, santos, virtuosos, nobles, serviciales, mártires, etc. Son gentes que se autoconsideran demasiado; personas que se quieren mucho a sí mismas. Individuos que se apiadan mucho de sí mismos y que siempre buscan escapatorias para eludir sus propias responsabilidades. Personas así están acostumbradas a las emociones inferiores y es ostensible que por tal motivo crean diariamente elementos psíquicos infrahumanos.
Los eventos desgraciados: reveses de fortuna, miseria, deudas, problemas, etc., son exclusividad de aquellas personas que no saben vivir. Cualquiera puede formarse una rica cultura intelectual, mas son muy pocas las personas que han aprendido a vivir rectamente. Cuando uno quiere separar los eventos exteriores de los estados interiores de la conciencia, demuestra concretamente su incapacidad para existir dignamente. Quienes aprenden a combinar, conscientemente, eventos exteriores y estados interiores, marchan por el camino del éxito.
ESTADOS EQUIVOCADOS
Incuestionablemente, en la rigurosa observación del mí mismo, resulta siempre impostergable e inaplazable hacer una completa diferenciación lógica en relación con los acontecimientos exteriores de la vida práctica y los estados íntimos de la conciencia. Necesitamos con urgencia saber dónde estamos situados en un momento dado, tanto en relación con el estado íntimo de la conciencia, como en la naturaleza específica del acontecimiento exterior que nos está sucediendo. La vida en sí misma es una serie de acontecimientos que se procesan a través del tiempo y del espacio.
Alguien dijo: “La vida es una cadena de martirios que lleva el hombre enredada en el alma…” Cada cual es muy libre de pensar como quiera; yo creo que a los efímeros placeres de un instante fugaz, le suceden siempre el desencanto y la amargura. Cada acontecimiento tiene su sabor característico especial y los estados interiores son, asimismo, de distinta clase; esto es incontrovertible, irrefutable.
Ciertamente, el trabajo interior sobre sí mismo se refiere en forma enfática a los diversos estados psicológicos de la conciencia. Nadie podría negar que en nuestro interior cargamos con muchos errores y que existen estados equivocados. Si de verdad queremos cambiar, realmente necesitamos con urgencia máxima e inaplazable, modificar radicalmente esos estados equivocados de la conciencia. La modificación absoluta de los estados equivocados origina transformaciones completas en el terreno de la vida práctica. Cuando uno trabaja seriamente sobre los estados equivocados, obviamente los sucesos desagradables de la vida ya no pueden herirlo tan fácilmente. Estamos diciendo algo que solo es posible comprenderlo vivenciándolo, sintiéndolo realmente en el terreno mismo de los hechos. Quien no trabaja sobre sí mismo es siempre víctima de las circunstancias; es como un mísero leño entre las aguas tormentosas del océano.
Los acontecimientos cambian incesantemente en sus múltiples combinaciones; vienen uno tras otro en oleadas; son influencias. Ciertamente, existen buenos y malos acontecimientos; algunos eventos serán mejores o peores que otros. Modificar ciertos eventos es posible; alterar resultados, modificar situaciones, etc., está ciertamente dentro del número de las posibilidades. Empero, existen situaciones de hecho que de verdad no pueden ser alteradas; en estos últimos casos deben aceptarse conscientemente, aunque algunas resulten muy peligrosas y hasta dolorosas. Incuestionablemente, el dolor desaparece cuando no nos identificamos con el problema que se ha presentado. Debemos considerar la vida como una serie sucesiva de estados interiores; una historia auténtica de nuestra vida en particular está formada por todos esos estados. Al revisar la totalidad de nuestra propia existencia, podemos verificar por nosotros mismos en forma directa, que muchas situaciones desagradables fueron posibles gracias a estados interiores equivocados.
Alejandro Magno, aunque siempre fue temperante por naturaleza, se entregó por orgullo a los excesos que le produjeron la muerte…
Francisco I murió a causa de un sucio y abominable adulterio, que muy bien recuerda la historia todavía…
Cuando Marat fue asesinado por una monja perversa, se moría de soberbia y de envidia, se creía a sí mismo absolutamente justo…
Las damas del Parque de los Siervos, incuestionablemente, acabaron totalmente la vitalidad del espantoso fornicario llamado LUIS XV…
Muchas son las gentes que mueren por ambición, ira o celos, esto lo saben muy bien los psicólogos. En cuanto nuestra voluntad se confirma irrevocablemente en una tendencia absurda, nos convertimos en candidatos para el panteón o cementerio. Otelo, debido a los celos, se convirtió en asesino, y la cárcel está llena de equivocados sinceros.
SUCESOS PERSONALES
Plena autobservación íntima del mí mismo resulta inaplazable cuando se trata de descubrir estados psicológicos equivocados. Incuestionablemente, los estados interiores equivocados pueden ser corregidos mediante procedimientos correctos. Como quiera que la vida interior es el imán que atrae los eventos exteriores, necesitamos con urgencia máxima inaplazable, eliminar de nuestra psiquis los estados psicológicos erróneos. Corregir estados psicológicos equivocados es indispensable cuando se quiera alterar fundamentalmente la naturaleza de ciertos eventos indeseables. Alterar nuestra relación con determinados eventos es posible si eliminamos de nuestro interior ciertos estados psicológicos absurdos.
Situaciones exteriores destructivas podrían convertirse en inofensivas y hasta constructivas mediante la inteligente corrección de los estados interiores erróneos. Uno puede cambiar la naturaleza de los eventos desagradables que nos ocurren, cuando se purifica íntimamente. Quien jamás corrige los estados psicológicos absurdos, creyéndose muy fuerte, se convierte en víctima de las circunstancias. Poner orden en nuestra desordenada casa interior es vital, cuando se desea cambiar el curso de una desgraciada existencia.
Las gentes se quejan de todo: sufren, lloran, protestan, quisieran cambiar de vida, salir del infortunio en que se encuentran. Desafortunadamente no trabajan sobre sí mismas. No quieren darse cuenta las gentes que la vida interior atrae circunstancias exteriores y que si estas son dolorosas se debe a los estados interiores absurdos. Lo exterior es tan solo el reflejo de lo interior; quien cambia interiormente origina un nuevo orden de cosas. Los eventos exteriores jamás serían tan importantes como el modo de reaccionar ante los mismos.
¿Permanecisteis sereno ante el insultador? ¿Recibisteis con agrado las manifestaciones desagradables de vuestros semejantes? ¿De qué manera reaccionasteis ante la infidelidad del ser amado? ¿Te dejaste llevar por el veneno de los celos? ¿Mataste? ¿Estáis en la cárcel?
Los hospitales, los cementerios o panteones, las cárceles, están llenas de sinceros equivocados que reaccionaron en forma absurda ante los eventos exteriores. La mejor arma que un hombre puede usar en la vida es un estado psicológico correcto. Uno puede desarmar fieras y desenmascarar traidores mediante estados interiores apropiados. Los estados interiores equivocados nos convierten en víctimas indefensas de la perversidad humana.
Aprended a enfrentaros ante los sucesos más desagradables de la vida práctica con una actitud interior apropiada. No os identifiquéis con ningún acontecimiento; recordad que todo pasa; aprended a ver la vida como una película y recibiréis los beneficios. No olvidéis que acontecimientos sin ningún valor podrían llevaros a la desgracia, si no elimináis de vuestra psiquis los estados interiores equivocados. Cada evento exterior necesita, incuestionablemente, del billete apropiado, es decir, del estado psicológico preciso.
Fin conferencia 19